En 1966, en una cueva junto al caserío torre de Oiartzun, se halló uno de los ejemplares más hermosos del arte magdaleniense (18.000-11.000 BP). Se trata de un hueso cúbito de ala de alcatraz (Sula bassana) que presenta imágenes grabadas con gran detalle: ciervo, caballo, sarrio, dos cabras montesas, uro y antropomorfo. Este último está voluntariamente poco definido, pues contrasta con el realismo y gran precisión de los animales.
El contraste es más llamativo si se tienen en cuenta las medidas del hueso: 180 mm de largo y 9 mm de ancho. El grabado muy elegante y delicado, revela gran destreza. Por tanto, como en el caso del antropomorfo, las líneas de difícil interpretación no son fruto de la torpeza. ¿Para qué lo hicieron, qué función cumplía este hueso grabado? Ni siquiera sabemos si entendían el arte como lo entendemos actualmente.
Fuente: BARANDIARAN, I. (1971): Hueso con grabados paleolíticos, en Torre (Oyarzun, Guipúzcoa). Munibe 23 (1), 37-69.